Santería y Fe Cristiana

Por IVAN BERROTERAN
13/08/2009

1.-ANTECEDENTES

La santería es un conjunto de sistemas religiosos que funden creencias religiosas románicas con la religión tradicional Yoruba, practicada por los esclavos negros y sus descendientes en Cuba, Brasil, Puerto Rico, República Dominicana, Panamá y lugares con gran población hispana en los Estados Unidos (como Florida, Nueva York y California).

El término "santería" fue utilizado por los españoles de forma despectiva para burlarse de la aparente devoción excesiva que mostraban los seguidores a los santos, en detrimento de Dios. Los “amos” no permitían a sus esclavos practicar sus diversas creencias animistas de África occidental. Los esclavos encontraron una forma de burlar esta prohibición, y concluyeron que los santos cristianos no eran más que manifestaciones de sus dioses. Los “amos” pensaron que sus esclavos se habían convertido en buenos cristianos y estaban rezando a los santos, cuando en realidad estaban siguiendo sus creencias tradicionales.
La santería como religión tiene sus orígenes en la tribu Yoruba del África. Los Yorubas vivían en lo que se conoce hoy como Nigeria, a lo largo del Río Niger. En un tiempo tuvieron una poderosa y compleja estructura organizada en una serie de reinos, de los cuales el más importante era Benin.

A finales del siglo XVIII y principios del XIX, los Yoruba pelearon una serie de guerras con sus vecinos. Estas peleas internas y los ataques externos llevaron a la caída y esclavización del pueblo Yoruba. Entre 1820 y 1840, la mayoría de los esclavos enviados desde Benin eran Yorubas. Estos esclavos fueron llevados a Cuba y al Brasil a trabajar en las plantaciones de azúcar. Los Yoruba pronto fueron llamados los "Lucumi", debido a su saludo "oluku mi", "mi amigo".

Las leyes españolas, al mismo tiempo que permitían la esclavitud, trataban de atenuar esa injusticia concediendo a los esclavos algunos derechos, al menos en teoría. Tenían derecho a propiedad privada, matrimonio y seguridad personal. También las leyes exigían que los esclavos fueran bautizados católicos como condición de su entrada legal a Las Indias.
La Iglesia romanista, trató de evangelizar a los negros lucumí pero las condiciones eran muy difíciles, ya que la injusticia de la esclavitud dificultaba que los lucumí comprendieran y aceptaran lo que se les enseñaba acerca de Dios. Los que buscaban ayudarles y evangelizar eran de la misma raza que aquellos, otros oprimidos opresores. El resultado fue que muchos aceptaron exteriormente las enseñanzas católicas, mientras interiormente mantenían su antigua religión.

En sus esfuerzos de esconder su religión africana y sus prácticas mágicas (hechicería y brujería), los “Lucumis” identificaron sus deidades africanas (orishas) con los santos del catolicismo, dando como resultado un sincretismo religioso conocido hoy como la santería.


2.- ¿ES REAL EL PODER DE LA SANTERIA?

Puede ser real, pero en muchos casos puede ser también sugestión de la mente, es decir pura mentira. En ambos casos está actuando el demonio, príncipe de la mentira (Juan 8:43).

Las personas suelen entrar en la santería buscando resolver un problema. Por ejemplo, una enfermedad, la infidelidad, problemas económicos, etc. Se les ha dicho que el santero tiene contactos especiales con el mas allá y poco se preocupan si ese contacto es con Dios o con el demonio, con tal que les de resultado, pero en la santería no encontrarán jamás la revelación de Dios, porque esta nos es dada por medio de Jesucristo. En diversas ocasiones se utiliza la santería para hacer daño a otras personas, tales como enfermedades, maldiciones, la no prosperidad, y todas estas cosas evidentemente vienen de Satanás, por lo que la santería se le atribuyen cualidades de hechicería y brujería, aunado a la práctica de la adivinación y adoración a diversos dioses.

Entiendo que se refiere a una religión utilitaria en la que los adherentes buscan el beneficio de un favor temporal, curaciones, solución de problemas económicos, matrimoniales, afectivos, etc….
Los seres humanos tienen la libertad para pactar con el diablo el cual tiene influencia en la tierra y en las actividades humanas. La santería mezcla la magia y la brujería en sus ritos, y La Biblia condena la brujería y la hechicería, más que como falsas o fraudulentas, como una abominación: "A la hechicera no la dejarás con vida" (Éxodo 22,18; Ver también Deuteronomio 18,11-12). El pasaje bíblico de la visita del rey Saúl a la hechicera de Endor (I Reyes 28) demuestra que su evocación de Samuel fue real y tuvo efecto. En Levítico 20,27, dice: "El hombre o la mujer en que haya espíritu de nigromante o adivino, morirá sin remedio: los lapidarán. Caerá su sangre sobre ellos". Está claro que en estos casos se trata de un espíritu adivino.

El Pueblo de Israel, en muchas ocasiones, se tornó a la práctica de la adivinación y a la consulta de brujos, yendo así en contra de los mandatos de Dios. (Ezequiel 13:18-19; 2 Crónicas 33:6; Jeremías 27:9).

El Antiguo Testamento muestra claramente como los Israelitas y sus vecinos paganos estaban conscientes de la brujería y la magia. En el libro de Éxodo 7:11 se lee que el Faraón: "llamó a todos los sabios y adivinos. Y ellos también, los magos de Egipto, hicieron las mismas cosas (que Moisés) por medio de sus artes secretas".

El Primer Mandamiento dado al pueblo de Israel, condena la brujería, la magia y todo tipo de adivinación: "Yo Soy el señor tu Dios...no tendrás dioses extraños delante de mi" (Éxodo 20:2-3), lo cual incluye la santería.

El Nuevo Testamento igualmente condena la brujería como una realidad perversa: (Gálatas 5,20; 13,6; Apocalipsis 21,8; 22,15). El mago Simón era practicante de la magia pero tuvo envidia de los Apóstoles al ver que la gente recibía el Espíritu Santo cuando ellos imponían las manos. Ofreció dinero a los Apóstoles para que le enseñaran como hacer esto y Pedro le contestó: "...tú corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete, pues, de esa tu maldad..." (Hechos 8:9-22).

El Nuevo Testamento señala que las prácticas mágicas son condenadas como obstáculos a la fe cristiana, por lo que la santería también es condenada. Recordamos el caso del mago Simón en los Hechos de Los Apóstoles, a quien Pedro reprendió severamente (Hechos. 8,9. 18-24), y la ocasión en que Pablo condenó enérgicamente al mago y falso profeta Barjesús que impedía el anuncio en Chipre (Hechos. 13,6-12). En el capítulo 19 de los Hechos, leemos también: “Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su valor, hallaron que era de cincuenta mil piezas de plata. Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor. (Hechos 19:19-20).

Pablo en su carta a los Gálatas, incluye la brujería entre los pecados graves que impiden entrar en el Reino de Dios (Gálatas 5,20). En el libro del Apocalipsis, se anuncia que los hechiceros junto con los "pervertidos, fornicarios, asesinos, idólatras y engañadores", no tendrán entrada a la Ciudad celestial. (Apocalipsis. 22,15).

La santería se vale en sus múltiples ritos, de médiums (personas que tienen la facultad de hablar con los muertos)y son invadidos por espíritus de adivinación, que como se mencionó anteriormente son condenados por La Biblia, En el Nuevo Testamento encontramos otro ejemplo de esta situación, en el Libro de los Hechos 16:16-19 leemos lo siguiente: “Aconteció que mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando. Ésta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación. Y esto lo hacía por muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora”.

Este pasaje habla mucho acerca del lado tenebroso del mundo espiritual, aplicado al caso de la santería, revela que estas personas con espíritu de adivinación cobran dinero, para poder recibir los favores de los espíritus. En ninguna parte de esta sección del Nuevo Testamento se niega el hecho de que algunas personas puedan acudir a esta fuente espiritual para conseguir valiosa información. También hay quienes están dispuestos a promover este tipo de negocio, por lo que esta dañina práctica resulta lucrativa, La Palabra de Dios establece en este punto que: “de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10:8), por lo que los favores recibidos de Dios no tienen precio, no se debe pagar por ello.

El ejemplo bíblico en Hechos 16, muestra a una joven esclavizada por el espíritu de adivinación y era una verdadera médium, (recordemos que los santeros se valen de espíritus de adivinación y también de médium), sabemos que fue así porque cuando el demonio la abandonó, ella nunca más pudo revelar detalles íntimos sobre la vida de otras personas ni predecir el futuro.
Otra lección derivada de este relato es que el mensaje proveniente de un espíritu puede ser positivo y verdadero. Después de todo, la Biblia dice explícitamente que la jovencita utilizada por el espíritu de adivinación anunciaba que Pablo y sus acompañantes eran mensajeros de Dios y que predicaban el camino de la salvación. Si esto era así, ¿cuál era el problema, entonces?
El problema en este caso no era el mensaje en sí, sino la fuente de él. Aquí vemos el sutil elemento del engaño. Muchas veces el mensaje inicial de un espíritu de adivinación o un demonio puede parecer positivo, inofensivo y útil. Así como un pescador tienta a los peces con un cebo suculento, también estos espíritus saben que deben atraer a sus víctimas con algo útil y agradable. Saben que lo importante es atrapar a sus víctimas; después tendrán mucho tiempo para modificar su mensaje.

La santería opera con poder satánico (dado por Satanás). Se trata de los poderes que oprimen a los hombres y que Jesucristo confrontó hasta morir y resucitar para librarnos de ellos. Su victoria no nos evita la lucha contra el maligno sino que nos da la fuerza para vencerlo solo si tenemos fe.

“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Efesios 6:12).

Debemos evitar tanto el exagerar como el minimizar el poder de Satanás. En una guerra es esencial conocer las fuerzas contrarias y saber como vencerlas. Satanás tiene poder para tentar y asediar a los fieles, pero su poder no es comparable al de Dios Todopoderoso (Lucas 4:3-4).

Satanás puede causar persecuciones y hasta el martirio de los fieles. La victoria de los santos no está en vivir sin pruebas sino en vencerlas manteniéndose fieles a Dios.

El demonio existe y entra en relación con aquellos que lo buscan. Como recompensa a quién le ofrece culto, el demonio otorga poderes para obtener poder, fama, dinero, influencia, es decir las cosas que desea la carne (Romanos 8:5). Las personas que practican la santería, pueden parecer muy atractivas y tener un gran don de ganarse a la gente hasta el punto de atraer grandes multitudes y convertirse en dioses para sus admiradores los cuales son capaces de hacer hasta lo irrazonable por obtener algún beneficio. Los poderes del mal pueden cegar las mentes y fanatizarlas portentosamente. La santería no es mera superstición. El demonio ciertamente arrastra hacia su reino del mal a los que se involucran en ella y a sus aduladores. Si no hay arrepentimiento y conversión, el final será el infierno.

La práctica de la santería tiene como origen a Satanás, lo cual debe evitarse a toda costa. Dios, quien conoce exactamente cómo obran Satanás y sus demonios, nos advierte que no debemos tener nada que ver con ellos, “ni deis lugar al diablo” (Efesios 4:27). La Palabra de Dios dice: “No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominable para Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas cosas abominables Jehová, tu Dios, expulsa a estas naciones de tu presencia. Perfecto serás delante de Jehová, tu Dios. Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen, pero a ti no te ha permitido esto Jehová, tu Dios.” (Deuteronomio 18:10-14).


3.- ¿POR QUÉ NO SE PUEDE CONCILIAR EL CRISTIANISMO Y LA SANTERÍA?

3.1- El Cristianismo es monoteísta, cree en un solo Dios. El Dios cristiano es el Dios de la Biblia, uno en naturaleza y trino en personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo), Creador y Señor de todas las cosas. Esta creencia en un solo Dios es tan fundamental en nuestra fe, que para defenderla lucharon mucho los profetas en el Antiguo Testamento, ya que el pueblo de Israel tenía constantemente la tentación de volverse hacia los dioses de los pueblos vecinos, y los profetas hacían críticas duras e irónica haciéndoles ver que esos eran dioses falsos, hechura de manos humanas, que tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen, tienen boca y no hablan (Salmo 135:15-18) y es por eso que la ley de Moisés prohibía hacer imágenes para así apartarlos de esa tentación. Jesucristo es ese único y verdadero Dios hecho hombre por amor a nosotros (Juan 1:1-17).

La Santería, en cambio, es politeísta, cree en muchos dioses, cuyos nombres ha dado a criaturas humanas, personas reales que han existido (caso de la Virgen María entre otros), y en su vida han dado ejemplo de fidelidad a Dios y de santidad de vida.


3.2- El Cristianismo es una religión de amor (1 Juan 4:8). Ese único Dios verdadero es un Padre que nos ama y al que nosotros amamos (Juan 3:16). En la oración acudimos a El con confianza de hijos y bajo su abrigo descansamos confiados (Salmo 91).
La santería, en cambio, es la religión del temor, del miedo. Hay que hacer cosas para librarse de males y apartar poderes maléficos, o para tener suerte y hacer propicios los dioses.

3.3- El Cristianismo nos lleva a hacernos mejores, a transformar nuestra vida. En la medida en la que vayamos viviendo de verdad tenemos que hacernos mejores, vencer nuestros defectos y adquirir más virtudes, más dominio de nosotros mismos, más caridad, más humildad, más espíritu de servicio, en una palabra, más santidad.

La santería, en cambio, se queda en prácticas externas, en ritos y ceremonias que no nos transforman por dentro y que adquieren cierto sentido mágico cuyo efecto depende de los actos en sí, sin que cambiemos interiormente.

La Hora

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